El concepto de ocio y el uso del tiempo libre en la sociedad han evolucionado. Resulta evidente que ni el concepto ni el papel que juega en nuestras vidas es el mismo ahora que hace unas décadas. En este sentido podemos afirmar que:
- Nunca ha habido una oferta de prácticas y formas de ocio tan intensa ni tampoco han existido a nivel personal las facilidades actuales para acceder a esta oferta.
- Nunca ha habido tanto tiempo libre institucionalmente arraigado y liberado del tiempo de trabajo.
- Nunca ha habido tanta valoración-legitimación del ocio como ahora.
Todos estos condicionantes favorecen que el ocio se haya acabado convirtiendo en un objeto de consumo de masas y un elemento económico de primer orden, tanto por el volumen de negocio que genera, como por su efecto dinamizador del mercado. Si esto es así en su perspectiva económica, ¿qué ocurre desde una perspectiva educativa?
No se debe olvidar que el ocio, sobre todo para los más jóvenes, al ser el espacio donde se crea la propia identidad además de ser a través de él donde se transmiten y experimentan normas de conducta y valores debe ir encaminado a crear, no a consumir.
El tiempo libre adquiere gran importancia por considerarse el lugar privilegiado en el que cada uno puede ser realmente uno mismo, convirtiéndose el ocio en el espacio de experiencias significativas en el que los participantes son los únicos responsables de lo que hacen, siendo protagonistas, actuando y asumiendo responsabilidades y superando el concepto de meros espectadores. Es por ello por lo que las actividades de ocio realizadas en el tiempo libre adquieren un mayor significado y potencial educativo de cara al desarrollo de la identidad personal.
Por ejemplo, hasta no hace mucho tiempo la respuesta a la pregunta ¿tú qué eres? hacía mayoritariamente referencia a la profesión o estudios profesionales, en la actualidad y en el entorno juvenil mayoritariamente, la respuesta a la misma pregunta hace referencia directa a todo aquello que pasa en el tiempo libre: yo soy karateca, yo soy senderista, yo soy aficionado al baile…
La vida extraescolar no es ocio
Actualmente los niños y adolescentes cuentan con agendas repletas de actividades extraescolares: inglés, informática, música, deporte,… que puede ser considerado actividad de ocio o simplemente actividad extraescolar.
Sin embargo desde el momento en que la tendencia generalizada es querer aprovechar al máximo el tiempo de los menores, prolongando en el tiempo libre la “vida escolar” con el doble objetivo de favorecer al máximo el futuro profesional y cubrir las ausencias familiares que provocan las jornadas laborales de los progenitores, estas actividades no pueden ser consideradas ocio ya que, la mayoría de los casos llevan implícito la “obligatoriedad”.
La industria del ocio
La generalización del tiempo libre ha provocado la aparición de una potente industria, la industria del ocio, que en la actualidad funciona como un importante motor económico y, como consecuencia de la oferta que realiza la industria del ocio es muy habitual que entre los adolescentes y jóvenes se genere una vivencia de ocio, dominada por el consumo.
Esta vivencia de ocio como consumo, extendida y favorecida gracias a la industria del ocio, es contraria a la propia esencia del ocio educativo, que concibe el tiempo como un espacio de liberación y desarrollo personal.
Las nuevas tecnologías y los medios de comunicación de masas han acercado el “ocio” al propio domicilio y ahora, el aficionado amante del deporte, la música, el teatro,.., ya no tiene que salir de casa para disfrutar de todo ello. Estas nuevas tecnologías, son un tipo muy frecuente de vivencia de tiempo libre, sobre todo en los menores y jóvenes. Como por ejemplo el “ciberocio”, concepto que englobaría a la televisión, los videojuegos, o las múltiples posibilidades de distracción que ofrece Internet.
El peligro de todo estos medios es que se conviertan en sustitutos de la vida social, en lugar de instrumentos que nos den acceso a realidades diversas, reales e imaginadas. Con estas poderosas herramientas nos convertimos en usuarios de un ocio pasivo, quedándonos en un plano de receptores, espectadores del ocio, en lugar de ser auténticos protagonistas del mismo.
Sin embargo, si en el mundo adulto el ocio puede constituirse por elementos individuales que van desde la autorrealización hasta la simple relajación o el cambio de la actividad rutinaria, el ocio juvenil trasciende esta perspectiva individual para concebirse, sobre todo, como un espacio de relación e identificación grupal. La necesidad de identificación y de relación grupal son básicas para el adolescente.
Y ¿cuáles son las actividades de ocio que realizan con más frecuencia los jóvenes?
En todas las encuestas y análisis estadísticos, las dos actividades que destacan, a distancia de las demás, como las más frecuentes y sin encontrara diferencias con respecto a perfiles sociodemográficos son “estar con amigos” y “escuchar música”. Le siguen otras tres actividades “internet”, “ver series de televisión” e “ir a bares y discotecas” en donde ya se ven mas diferencias y así, por ejemplo “ver televisión” resulta un hábito más frecuente cuando se cursan los niveles más inferiores de estudios. También “ir a bares/discotecas” es algo muy condicionado por la edad.
Le sigue como actividad de ocio más frecuentada “hacer deporte” algo mucho más frecuente entre los hombres que entre las mujeres, diferencia que disminuye en los más jóvenes y aumenta con la edad. Y, sobre la actividad “no hacer nada” que aparece en la décima posición resulta más frecuente en los grupos de edad más joven, hasta los 18 años.
3 respuestas
Hola, muy interesante, me gustaría saber más, gracias
Jola, intersada en tener más información, me parece muy interesante, gracias
Hola, muy interesante, me gustaría saber más, gracias