El Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad (TDAH) a menudo se confunde con las tres alteraciones que derivan de él. Esta equivocación se produce a causa de las múltiples semejanzas en su sintomatología, a pesar de las evidentes diferencias entre las variantes del trastorno. Actualmente el porcentaje de niños españoles que sufren TDAH se estima entre el 3% y el 7%, cifra que equivale a uno o dos niños por aula.
En primer lugar, hay que saber que el TDAH se clasifica dentro de los trastornos de conducta, siendo la alteración del neurodesarrollo más frecuente en la población infantil, generalmente a partir de los 7 años. Se caracteriza porque los niños y niñas se muestran hiperactivos, impulsivos y tienen problemas para mantener la atención en una única actividad de forma continuada.
Todo ello conlleva problemas en el rendimiento escolar, así como en sus relaciones personales con familiares, amigos y profesores. No obstante, cabe destacar que cualquier persona puede presentar alguno de estos síntomas de manera puntual o aislada, sin que ello implique ninguna relación con la enfermedad. De hecho, para confirmar este trastorno hay que tener dos condiciones fundamentales: la coexistencia de diversos síntomas y que se manifiesten en los diferentes ambientes sociales del niño de forma prolongada y constante.
Aunque no se conocen las causas del TDAH, se han realizado varios estudios para observar si existe algún factor que determine la predisposición de un paciente a desarrollar este trastorno. De este modo, los diferentes estudios apuntan que hay un componente genético importante, de ahí que algunos expertos consideran que hay una probabilidad del 76% de que los hijos de una persona con este trastorno también lo desarrollen.
Asimismo, otros estudios más recientes también consideran que el ambiente familiar y el entorno social pueden actuar como impulsores de los síntomas, pero no contribuir en su aparición.
El Trastorno por Déficit de Atención con o sin Hiperactividad (TDA-H) está compuesto por tres subtipos.
- Combinada: Se entiende como la manifestación de los síntomas de hiperactividad-impulsividad y de falta de atención.
- Predominantemente hiperactivo-impulsivo: A menudo, el paciente tiene un estado de excitación continua, habla mucho y se muestra inquieto. En situaciones en las que debe permanecer en espera, no para de moverse, saltar y correr. Además, interrumpe conversaciones o juegos sin poder mantenerse tranquilo.
- Predominantemente inatento: Los problemas se centran por la falta de atención en cualquier actividad que esté realizando, lo que conlleva cometer errores por perderse detalles. Se distrae con suma facilidad ante cualquier situación, no terminando lo que empieza. A veces se muestra ausente.
Si nos centramos en las dos últimas formas, es cierto que ambos casos coinciden en la dificultad a la hora de mantener mantener la atención, seguir las rutinas y las órdenes de forma continua, pero encontramos grandes diferencias en cuanto a su impulsividad o precipitación. Esta variabilidad corrobora las principales disimilitudes entre Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad (TDAH) y sin hiperactividad (TDA).
El tipo predominantemente inatento, o más comúnmente conocido como Trastorno por Déficit de Atención o TDA, conlleva la falta de atención y de concentración, así como el desarrollo de un comportamiento de distracción. Los niños o niñas que padecen este tipo de trastorno no se muestran excesivamente activos, más bien se distraen con bastante facilidad, cometen errores imprudentes y evitan actividades que requieren de trabajo mental continuo y mucha concentración.
De hecho, frecuentemente se malinterpretan estos indicios, llegando a considerar a los niños perezosos, desmotivados e irresponsables. En muchas ocasiones la percepción de la sintomatología es incorrecta, pues alrededor del 30% de los individuos padecen este trastorno.
Asimismo, es común que los niños que padecen TDA presenten confusión e inatención, lo que les lleva a una pérdida importante de la información, puesto que generalmente presentan un tempo cognitivo más lento, y por ende, tiene mayores dificultades para retener información nueva.
Sin embargo, el perfil hiperactivo-impulsivo o TDAH se muestra muy inquieto cuando debe permanecer en estado de relajación o sentado. En determinadas situaciones no puede mantener su compostura debido a la hiperactividad. Continuamente está hablando, teniendo dificultades para permanecer callado. Por otro lado, en determinadas situaciones y en comparación con la población que sufre TDA, puede mostrar una mayor agresividad, lo que también le lleva a presentar mayores dificultades en establecer relaciones sociales debido a su carácter impulsivo.
Ambos trastornos cuentan con la posibilidad de reducir sus síntomas a través de tratamientos. Se puede recurrir a diversas opciones en las que siempre deberán estar involucradas todas las personas cercanas que participen en el día a día del niño o la niña, trabajando de forma profesional y absolutamente coordinada. De este modo, alguna de las formas de conseguir contrarrestar el TDAH o TDA son:
- Terapia conductista: La terapia conductista cognitiva (TCC) es un tratamiento psicológico de corta duración, especialmente adecuado para tratar problemas específicos y concretos. La TCC combina la terapia cognitiva, la cual estudia los pensamientos, actitudes y creencias con las terapia conductista, que se centra en la conducta en respuesta a estos pensamientos. La finalidad de ésta es ayudar a las personas a enfrentarse a evitar pensamientos negativos y a pensar de una forma más positiva. Es la forma más común de enfrentarse a estos tipos de trastornos.
- Farmacoterapia: Diferentes estudios muestran que el tratamiento con fármacos es un complemento a las TCC en los niños de edad escolar. Estos son eficaces para aliviar los síntomas y permiten la participación en actividades antes inaccesibles por la escasa atención e impulsividad.
En conclusión, podemos decir que, el Trastorno de Atención con y sin Hiperactividad (TDA y TDAH) son dos alteraciones diferentes con distintas implicaciones en la capacidad de atención, el desarrollo socioeducativo y la conducta de los niños. En sentido general, ambos se manifiestan en la infancia, pero la mayor diferencia entre ambos radica en la ausencia de síntomas hiperactivos en los niños que padecen TDA, los cuales se distraen con mayor facilidad.
FORMACIÓN RELACIONADA: Curso de TDAH (Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad)