Uno de los temas claves del enfoque psicosocial son las situaciones relacionadas con la pérdida o muerte y cómo enfrentarse al proceso de duelo. Las situaciones de pérdida no hacen referencia sólo a las pérdidas de familiares o amigos sino al proceso de duelo tras la pérdida de la vivienda, el medio de subsistencia, las esperanzas…, es decir, la pérdida del proyecto de vida.
La expresión psíquica de las pérdidas es el duelo, sin embargo, las condiciones, muchas veces conflictivas o catastróficas hacen difícil, si no imposible, iniciar un proceso de duelo normal, lo que constituye un elemento básico a tener en cuenta en los proyectos de ayuda humanitaria o cooperación. La forma en que se desarrolla el proceso de duelo determina si el individuo asimila y acepta psicológicamente las pérdidas sufridas o si siguen afectando negativamente su vida.
Fases del proceso de duelo y su duración
De una manera esquemática, el proceso de duelo se divide, de forma general, en dos fases:
- En la primera se trata de reconocer la pérdida y de aceptar una realidad que al principio se tiende a negar, las personas se sienten siempre solas y abandonadas. Es una fase dominada por la rabia y culmina con la aceptación de la pérdida.
- En la segunda fase del duelo, se trata de aprender a vivir sin el ser querido. Las personas en duelo piensan en la relación perdida, se acuerdan de los buenos y malos momentos pasados con el ser querido, toman conciencia de la importancia que éste revestía en su propia existencia y reconocen el carácter definitivo de la pérdida. Los sentimientos que caracterizan esta fase corresponden más a lo que habitualmente se entiende por duelo o aflicción.
Las 5 Etapas del duelo
Muchos autores clasifican en cinco etapas más concretas las fases generales:
- La negación. En muchos casos es traducida como la incredulidad de que un hecho así haya ocurrido. No obstante, este estado tiene su utilidad ya que ayuda al organismo a administrar el cambio en el estado de ánimo.
- La ira. La frustración y la impotencia que provoca la muerte de un ser querido hace que de alguna forma se busque alguna causa o culpable que justifique la situación irreversible de la pérdida.
- La negociación. Es una forma de buscar alguna solución o estrategia que permita revertir la situación, llegando incluso a fantasear con que se puede volver atrás para que la muerte no se produzca.
- La depresión. La sensación de vacío que deja en la vida diaria de la persona que pierde a un ser querido conlleva una crisis existencial al ser consciente de lo irreversible de la situación. Esto hace que se muestren sentimientos de tristeza y melancolía y, en algunas ocasiones cierto aislamiento social ante la imposibilidad de hacer frente al día a día sin esa persona. Esta etapa no se debe considerar como algo patológico si no se muestran manifestaciones graves de conducta.
- La aceptación. Es una fase de transición donde la persona acepta la pérdida y empieza a intentar experimentar de nuevo sensaciones de alegría aunque con dificultades para mostrar sentimientos intensos.
Duración del proceso de duelo
La duración de un proceso de duelo sin complicaciones es variable, pero raramente es inferior a uno o dos años.[vc_row][vc_column][vc_row_inner columns_type=”boxes” content_placement=”middle”][vc_column_inner width=”1/2″ css=”.vc_custom_1490777442600{padding-top: 25px !important;padding-right: 15px !important;padding-bottom: 25px !important;padding-left: 15px !important;background-color: #004488 !important;}”][vc_column_text]
Manifestaciones en el duelo normal
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Manifestaciones en el duelo patológico
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- Sentimientos de culpabilidad
- Síntomas somáticos depresivos y/o ansiosos
- Irritabilidad y reacciones hostiles
- Identificación a rasgos o actitudes del difunto Temores hipocondríacos a padecer igual enfermedad/situación
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- Reacción de duelo tardía (tras negación prolongada)
- Hiperactividad sin sentimiento de pérdida
- Patología psicosomática con deterioro funcional acusado y prolongado. Ideas delirantes de culpa
- Alucinaciones diferentes a la voz e imagen del fallecido. Inhibición psicomotora acusada
- Pérdida persistente de relaciones sociales
- Depresión severa
- Comportamientos autodestructivos
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El proceso de duelo en caso de pérdidas violentas o dramáticas
En caso de pérdidas violentas o traumáticas, el proceso de duelo nunca está exento de complicaciones ya que los procesos de duelo individual y colectivo exigen que se cumplan dos condiciones esenciales previas: conocer las circunstancias de la muerte y poder dar a los muertos una sepultura digna.
Cuanto más repentina y brutal sea una muerte, menos será aceptada y más complicado resultará el proceso de duelo. Las circunstancias de una muerte y el significado social que se le atribuya determinan siempre el impacto subjetivo de dicha perdida.
En los casos en que no se pueda llevar a cabo el duelo o no se pueda concluir dicho proceso la salud psíquica y física de los familiares se ve resentida: depresiones, aumento de la vulnerabilidad a las enfermedades y abuso de medicamentos y de drogas son síntomas típicos de este estado.
Así, y teniendo en cuenta el enfoque psicosocial, en cualquier proyecto de ayuda humanitaria o cooperación, es esencial ocuparse de las pérdidas y de los muertos y permitir el duelo. La ayuda a las personas directamente afectadas puede adoptar distintas formas pero, independientemente de la situación, el/la cooperante debe poseer la capacidad y la voluntad de escuchar lo que las víctimas desean contar y reconocer su sufrimiento.
Cómo ayudar a los familiares en el proceso de duelo
En todos los momentos de la pérdida y el duelo en que se tenga contacto con los familiares es conveniente:
- Fomentar el auto cuidado: descanso, alimentación,…
- Informar sobre el duelo, su duración y la normalidad de sus manifestaciones.
- Si es posible, anticipar rituales, despedidas y ayudar a decir adiós de la manera más adaptativa al contexto. Abordar las circunstancias de la muerte y favorecer todo aquello que aumente la realidad de la pérdida (como puede ser ver al fallecido e ir al entierro).
- Favorecer la expresión de los afectos del duelo y el luto psicológico y practicar los ritos propios de su religión y cultura.
- Fomentar las ideas de planificación del futuro y reforzar la flexibilidad mental ante las dificultades presentes.
- Estimular el afrontamiento de la nueva realidad resultante de la pérdida (incluso cualquier alteración en el estatus o rol) y promover el desarrollo de las tareas prácticas necesarias.
- También es conveniente que durante todo el proceso se ayuden a mantener las relaciones interpersonales que suponen una fuente de afecto real para el doliente.
El proceso de duelo en niños y adolescentes
Las siguientes indicaciones ayudarán a enfrentar un proceso de duelo en el que están involucrados niños y adolescentes.
- Es importante entender/conocer las peculiaridades del duelo en los menores (no resisten períodos largos de dolor emocional y buscan actividades que les distraigan), con ello se evitarán interpretaciones erróneas y rechazos infundados.
- Favorecer la expresión de emociones utilizando canales adecuados: el juego, el dibujo y/o la dramatización.
- En nuestra cultura, los adultos tienden a dejar al margen a los niños y a los adolescentes como forma de evitarles el sufrimiento y olvidan que la sobreprotección lo incrementa al causarles aislamiento. Los menores siempre son conscientes de la muerte y de los cambios que produce, y la forma real de reducir su malestar es hacerles partícipes, por ello, conviene potenciar su participación voluntaria en los diferentes ritos funerarios evitando las prohibiciones y los engaños. Es preferible explicarles previamente la situación y acompañarles en aquello que quieran hacer.
- Mantener las rutinas y las normas establecidas de forma que el niño o el adolescente no tenga la sensación de que el mundo entero se desestabiliza y se desorganiza ante él.
El proceso de duelo en pérdidas con incertidumbre
Ante una pérdida en que no existe constancia, en que las familias no tienen información concreta, o es contradictoria o no han visto el cuerpo,… tienen que decidir cuándo abandonan la esperanza de un retorno. Si optan por la idea de que la persona desaparecida está muerta, tendrán el sentimiento de haberla traicionado o de haberla matado ellos mismos. Y si por el contrario se comportan como si la persona estuviera aún viva, negarían cotidianamente la realidad de la pérdida. Este dilema es una paradoja inevitable que desestabiliza completamente a los familiares. Así, todo proyecto de futuro sin la persona desaparecida (por ejemplo una mujer que inicia una nueva relación o que realiza otras actividades que nada tienen que ver con la búsqueda de su marido), conlleva conflictos de lealtad y provoca profundos sentimientos de culpabilidad.
La situación de las viudas en el proceso de duelo
Una problemática especial referida a las pérdidas y situaciones de duelo es la situación de las viudas. En la mayoría de las sociedades, mujeres y hombres tienen un estatus totalmente diferente tras la muerte de su cónyuge. Una vez finalizado el período de duelo oficial, en general los hombres retoman la vida normal de un miembro masculino de la comunidad. Para las viudas es diferente, apareciendo como uno de los colectivos junto a los menores, más vulnerables de los proyectos de cooperación internacional.
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