Francisco Vallejo, gaditano de nacimiento, es graduado en 2014 por la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla, donde obtuvo su título de dietista-nutricionista. Llegó a ella un poco perdido ante el abrumador salto al vacío que implica elegir una carrera universitaria, movido por su inquietud y curiosidad por las ciencias de la salud. Tras finalizar el grado y un máster en Gestión de la Calidad e Higiene en Industrias Alimentarias, acabó de confirmar sus sospechas sobre el falso mito de que iba a ser un profesional sanitario más.
Su Erasmus en Pavia (Italia) y las prácticas que realizó en el Hospital Virgen de Valme (Sevilla) le demostraron que lo suyo era la nutrición hospitalaria y, a la vez, le hicieron ver que si quería ejercerla tendría que emprender el vuelo. Aterrizó en Exeter, en el sur de Inglaterra y, tras realizar los trámites oportunos para poder ejercer de dietitian, comenzó su andadura como nutricionista hospitalario. Esta labor la compagina con consultas externas y una interesantísima labor divulgadora en su cuenta de Instagram @nutricionistaenuk.
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Francisco actualmente ejerce como dietitian en un hospital en el que admira tener un papel muy variado. “Me encargo de todo lo relacionado con la nutrición de un paciente mientras está hospitalizado”. Tratando de dejar a un lado el tópico que los dietistas-nutricionistas solamente hacen dietas, asegura que su profesión va mucho más allá. “En UK formo parte del equipo, junto a médicos y enfermeros, por lo que también prescribo nutrición artificial en enfermos alimentados por sonda, evalúo nutricionalmente a los pacientes para evitar malnutrición, recomiendo suplementación y mucho más”. Con el tiempo todas sus funciones se han ido ampliando y especializando. Actualmente el gaditano está especializado en pacientes que padecen cáncer de cabeza o cuello, a los que acompaña durante todo el proceso: desde diagnóstico hasta radioterapia, pasando por cirugía. Vallejo aclara que salvo que se esté tratando a una persona completamente sana deberá considerarse nutrición clínica, porque siempre habrá alguna patología a tratar como puede ser la diabetes, la obesidad o la hipertensión.
La nutrición hospitalaria no trata únicamente enfermedades, sino que suele encargarse de las condiciones agudas, por ejemplo, un infarto, una sepsis o un paciente en la UCI por COVID-19. Reconoce tener poca experiencia en ambas disciplinas en España ya que se vio obligado a emigrar al Reino Unido muy poco tiempo después de acabar sus estudios. “Lo poco que traté de hospitalaria en España fue durante mis prácticas, que aunque aprendí mucho, fue decepcionante la poca o nula inclusión que tiene nuestra figura en hospitales públicos”.
Aunque Francisco dedica gran parte de su tiempo y esfuerzo a su labor divulgadora en redes sociales, es consciente de que revertir la situación de los dietistas-nutricionistas en España va para largo. “Hay que ser realistas, no podemos esperar tener la misma presencia y responsabilidades que tiene un ‘nutri’ aquí, al menos a corto plazo. La profesión ha ido evolucionando a lo largo de los años”. A pesar de ello confía en que incentivando prácticas y cambios en la educación y formación de los profesionales de la nutrición se les acabará otorgando su espacio en el sistema sanitario.
Para su inclusión en la sanidad pública española, tan necesaria como urgente, cree que “deberíamos ir haciéndonos huecos en atención primaria (centros de salud, ambulatorios, etc). Por ejemplo pasando consulta como se hace en la práctica privada. Paralelamente yo pondría prácticas y rotaciones en hospitales para ir metiendo cabeza y que los ‘nutris’ aprendiesen de los profesionales que se dedican a la nutrición hospitalaria, para poco a poco ir cogiendo más responsabilidades”, propone.
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En cambio, se muestra optimista con el progreso de la conciencia social sobre la importancia de la salud y la alimentación. Aplaude los esfuerzos de profesionales, el aumento de información alimentaria y la divulgación de buenos hábitos. “A día de hoy casi todo el mundo sabe qué es un ultra procesado y que el azúcar es malo. En general creo que hay más preocupación por la salud, otra cosa es que realmente la población esté más sana que antes”.
A pesar del camino que todavía falta por recorrer, anima a todos aquellos que se hayan quedado atrás o que no crean que una buena alimentación mejora la calidad de vida a que “busquen un buen profesional cualificado y le hará el camino más llevadero. Nunca es tarde para cambiar de hábitos alimentarios y mejorar la salud”, afirma.
Reconoce que su profesión le llena y le motiva y no consigue elegir una en particular de entre tantas su experiencia más satisfactoria. En su etapa actual como nutricionista en el área de oncología vela por la óptima nutrición de sus pacientes en todas las etapas de la enfermedad. Francisco confiesa que se queda con “poder acompañar a un paciente durante todo el camino. Ser un apoyo para ellos y ver cómo les ayudo es muy gratificante”.
FORMACIÓN RELACIONADA: Curso de Atención Hospitalaria