La función ejecutiva del cerebro reside en la corteza prefrontal, en la que se planifican, regulan e inician diversas acciones. Este área controla la memoria de trabajo, la atención y la inhibición de las respuestas. Para que los estímulos exteriores sean percibidos de manera correcta y procesados adecuadamente deben ponerse en funcionamiento mecanismos que garantizan la correcta atención.
Tres sistemas anatómicos y funcionales trabajan de manera independiente pero interrelacionada para ejecutar los procesos de orientación, selección, vigilancia o control. El Sistema Reticular o de Alerta se encarga de la atención básica o primaria, asociada al componente de vigilancia. Se trata de la capacidad para mantener la atención consciente o sostenida durante tiempos prolongados.
El Sistema Atencional Posterior (S.A.P.) se refiere a la atención localizada o selectiva, dirigida a la atención deliberada o ejecutiva, a la selección de la acción. Se encarga del proceso de escoger y jerarquizar los estímulos distractores, seleccionando el que considera meta u objetivo y disuadiendo a los inhibidos de concentración que categoriza como innecesarios.
Por último, el Sistema Atencional Anterior (S.A.A.) se centra en gestionar la información interna. Este procesamiento informativo, reflexivo y voluntario, tiene la capacidad de retener, detener temporalmente y luego retomar la información almacenada tras realizar tareas independientes al proceso retentivo.
Constantemente recibimos estímulos de manera simultánea, debiendo ignorar aquellos que asumimos como distractores y atendiendo a los que ayudan a alcanzar nuestros objetivos y metas. La atención era considerada un mecanismo de procesamiento de información, pasando posteriormente a ser el proceso central que controla los sistemas de procesamiento explicados anteriormente.
Dentro del estudio del desarrollo atencional, se debe tener en cuenta la plasticidad cerebral, referente a las conexiones que posibilitan el aprendizaje. El desarrollo de las redes atencionales está influenciado por factores genéticos a los que se añaden otros asociados de tipo culturales o experimentales. Por ello, el control atencional incluye, dentro del abanico del aprendizaje escolar o académico, el desarrollo socioemocional y el entrenamiento de la inteligencia, incluso el desarrollo de la personalidad en la infancia.
El cerebro es el sistema más complejo del ser humano. El ejercicio y desarrollo de la capacidad cerebral se lleva a cabo mediante un proceso paulatino y evolutivo. El aprendizaje es una de las funciones que el cerebro debe garantizar y desempeñar de forma correcta. Para ello, deberán intervenir la atención y la memoria, trabajando de forma coordinada.
Las millones de neuronas que alberga este órgano son las unidades que reciben, transportan y conectan la información en el proceso conocido como sinapsis. En el proceso de aprendizaje, la información visual o auditiva que recibimos es enviada al cerebro, siendo este el responsable de las tareas referentes a la atención, la reflexión, el juicio y la memorización de lo recabado.
Existen técnicas y métodos que ayudan tanto al cerebro como a nuestra capacidad de atención, concentración y retentiva en el proceso de estudio, pudiendo aplicarse en todos los niveles o materias de enseñanza y mejorando el rendimiento en el aprendizaje de los alumnos. Repasamos las cinco que se han demostrado más eficaces.
1. Método Cornell
Se trata de una técnica que propone tomar apuntes de manera efectiva durante la clase. A pesar de que la presencialidad no sea la tendencia principal formativa actual, puede resultar muy útil para mantener la atención en sesiones online. Esta técnica plantea dividir la información para que el alumno la vaya recabando y encasillando en cuatro secciones diferenciadas: título, notas de clase, ideas principales y resumen.
La idea es que se completen los apartados de forma simultánea a la explicación, jerarquizando y añadiendo aquellos datos que sean más relevantes. La forma modelo de disponer las celdas en el folio sería colocando el título en el margen superior y dejando unos cinco centímetros en la zona inferior del papel para situar el apartado de resumen. El espacio restante lo dividiremos en dos con una línea vertical perpendicular a los apartados anteriores, situando en el lado izquierdo las palabras clave y a la derecha las notas de clase, ocupando uno y dos tercios del folio respectivamente.
Esta técnica es muy efectiva para facilitar la localización de información en un vistazo y recordar de forma muy visual lo explicado en cada sesión. De igual manera, la síntesis de información que aparecerá en la parte inferior de cada ficha, ya sea redactada o en forma de esquema conceptual, te obligará a resumir la clase, priorizando y ordenando las ideas más importantes. Así, además de favorecer la escucha activa, el Método Cornell ayuda a mantener la concentración, clasificar la información y repasar los apuntes al finalizar la clase, obteniendo un resultado efectivo y visual para su posterior estudio en profundidad o repaso.
2. Método Pomodoro
Seguro que has oído hablar de esta técnica de estudio. En este caso, se centra en la organización y gestión tanto de los tiempos de estudio como de los descansos. Esta organización de tareas plantea un estudio más consciente y una optimización del tiempo empleado en estudiar y en despejarse. Para ello, se estructuran períodos temporales que siempre estarán alejados de cualquier distracción.
Una vez preparado para comenzar, es recomendable seguir una lista de tareas que ha sido elaborada previamente con los objetivos planteados para la sesión. Cuando estés preparado puedes dar el pistoletazo de salida activando tu cronómetro o temporizador. La técnica propone periodos de 25 minutos, a los que llama pomodoros, que serán los destinados al estudio e irán acompañados de 5 minutos de descanso una vez lleguen a su fin. Cuando se completen 4 pomodoros, con sus correspondientes pausas para desconectar, debes hacer una desconexión de entre 20 y 30 minutos. Las propuestas de evasión serán dar un paseo, tomar un café o charlar con alguien. Se desaconseja completamente emplear este periodo en consultar redes sociales o distraerse con el móvil.
El método Pomodoro es muy útil para alcanzar altos niveles de productividad en materias densas y teóricas, pero no tan aconsejable para materias que requieran creatividad o desarrollar pensamientos más abstractos. Puedes encontrar diferentes webs y apps para poner en práctica esta técnica como Tomato Timer o BeFocused.
3. Método Loci o Palacio de la Memoria
Se trata de una técnica de memorización. Funciona por mecanismos de asociación y visualización, a través de los cuales se debe relacionar la información que queremos aprender y retener con otros objetos que conocemos, utilizando un orden determinado. Se plantea crear en la imaginación un palacio dividido en estancias llenas de objetos con los cuales se vincula la información. Para conseguir una eficacia mayor recomiendan relacionarlo con un lugar real, para facilitar la memorización de los elementos.
Es una técnica muy eficaz en etapas de aprendizaje infantil pero también puede ser utilizada por adultos. Su puesta en práctica requiere memorizar las asociaciones entre el contenido académico y el objeto para luego ser capaz de recordar dónde lo has “colocado” y la relación que tiene con otros elementos del entorno.
Es un método muy útil para contenidos jerarquizados y divididos en secciones muy visuales. Se puede practicar esta técnica en situaciones cotidianas para familiarizarse con su manejo y la memorización, empezando con la lista de la compra, por ejemplo.
4. Método Feyman
Esta técnica de retención de contenidos se divide en cuatro fases, en las que poco a poco el cerebro va asimilando y almacenando la información. En el primer paso, el alumno deberá seleccionar y titular el tema de estudio que se dispone a aprender, escribiéndolo en un folio donde posteriormente lo desarrollará. En esta fase deberá redactar toda la información que recuerde con el lenguaje más sencillo posible, incluyendo también fechas, palabras clave, esquemas.
Posteriormente, conviene exponer el tema en voz alta, a ti mismo o a otra persona, para optimizar su comprensión y memorización pero también para descubrir qué contenidos no te sabes o no acabas de entender. El tercer paso consiste en completar tu borrador con toda la información que has detectado que faltaba, así como buscar nuevos datos relevantes que puedas incluir.
Finalmente, el estudiante debe reescribir las anotaciones en sucio que acaba de perfeccionar y volver a leerlas en alto. Es una tarea tediosa pero muy efectiva porque garantiza la comprensión del objeto de estudio y su memorización gracias a las repeticiones escritas y orales de los contenidos. El esfuerzo de transformar la información en apuntes traducidos a lenguaje sencillo ayudará a asimilarlos de forma efectiva y real.
5. Método SQ3R o Robinson
El conocido como método Robinson pretende optimizar los tiempos de estudio de manera eficaz. Las siglas SQ3R hacen referencia a cada una de las fases de su estructura: survey (explorar), question (preguntar), read (leer), recite (recitar) y review (repasar).
La exploración consiste en una lectura superficial de la que se extraerá una primera idea y un contexto general del contenido. La siguiente fase está pensada para que el estudiante apunte las preguntas que le han surgido en el paso anterior, desde una perspectiva crítica deberá analizar qué conceptos conoce o si se maneja con el vocabulario, por ejemplo. En la tercera etapa se debe sumergir en una lectura comprensiva y profunda del tema, para empezar a reestructurarlo por medio de un subrayado, en un esquema o en un resumen. Posteriormente, el alumno debe recitarse a sí mismo en voz alta todas las ideas, definiciones y contenidos que recuerde. La última etapa de este método consiste en repasar lo aprendido durante las horas, días e incluso semanas posteriores, aprovechando los apuntes elaborados y los conocimientos aprendidos.
Este método de estudio, en su perfeccionamiento a lo largo de los años, añadió dos “R” más: el registro de los conceptos más importantes para focalizar y localizar información, y la reflexión de los conocimientos adquiridos, sobre los que se deben hacer juicios de valor para optimizar su asimilación y retentiva.
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