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Qué es el TEA: definición y diagnóstico

El Trastorno del Espectro del Autismo (TEA) se define como una condición neurológica crónica con fuerte base genética que aparece en la niñez y afecta a cómo una persona se comporta e interactúa.

Se habla de espectro porque las manifestaciones de este trastorno varían ámpliamente y ninguna persona que presenta un TEA es igual a otro en cuanto a características observables.

Características comunes que definen al TEA

Sin embargo, en todos los casos se presentan, en mayor o menor medida, características comunes en el área de interacción social, comunicación y repertorio restringido de intereses y comportamientos siendo estas características comunes las que definen al TEA.

  1. Interacción social alterada. Algunos casos presentan un aislamiento social importante, o poco interés por relacionarse con los demás, mientras que otros pueden intentarlo de una forma extraña y sin tener en cuenta las reacciones de la otra persona.
  2. De forma paralela a esta dificultad para las habilidades de interacción se observan problemas en las habilidades de comunicación verbal y no verbal, que van desde no emplear ningún tipo de lenguaje, hasta tener habilidades lingüísticas fluidas, pero no saber utilizarlas funcionalmente.
  3. Además, la capacidad para imaginar y entender las emociones y las intenciones de otros suele estar deteriorada, lo que también repercute en la dificultad para desenvolverse socialmente.
  4. Repertorio limitado de intereses y conductas. Con frecuencia realizan ciertos comportamientos de forma repetitiva, y presentan problemas para afrontar cambios en actividades y en el entorno ya que la actividad imaginativa resulta afectada. Esta limitada imaginación obstaculiza y limita su capacidad para entender las emociones y las intenciones de los demás resultándoles difícil anticipar lo que pueda suceder.

Actualmente se ha producido un cambio en cuánto al diagnóstico y así, desaparecen diagnósticos asociados a este espectro como el síndrome de Asperger o el Trastorno Generalizado del Desarrollo no especificado.

El Síndrome de Asperger englobaba a las personas que presentan dificultades en la comunicación social y en la flexibilidad de pensamiento y comportamiento, por ejemplo no entendiendo dobles sentidos e ironías o teniendo un interés específico en algún campo del conocimiento, pero que sin embargo, tienen un lenguaje fluido y una capacidad intelectual media o incluso superior. Por su parte, el Trastorno Generalizado del Desarrollo no especificado, englobaba dificultades en habilidades de comunicación, de relación y conductas repetitivas, siempre y cuando no se cumpliesen criterios más específicos para poder definirse con otra categoría. De esta forma, era un diagnóstico sobre utilizado por ser de fácil recurrencia, especialmente tras las primeras evaluaciones, que a menudo se dan en edades tempranas, y en ellas es difícil detectar todos los síntomas de un trastorno específico.

El cambio en la terminología diagnóstica, ahora Trastornos del Espectro Autista (TEA) trata de paliar la dificultad para establecer límites precisos entre los subgrupos antiguos ya que todos poseen similares dificultades en las áreas mencionadas, variando fundamentalmente su gravedad.

Se pasa así por lo tanto de una concepción categorial a una dimensional, en la que se establece un espectro continuo de la sintomatología variando únicamente la severidad de la misma según el caso. Además, mientras que antes los criterios diagnósticos fundamentales hacían referencia a tres áreas: déficits en la comunicación, alteraciones en la interacción social, y comportamientos restrictivos, en la actualidad se consideran solo dos, aunándose los déficits en la comunicación y las dificultades de interacción en un solo criterio.

Criterios diagnósticos TEA

En la actualidad y tomando como referencia a la Organización Mundial de la Salud (OMS), en la última revisión de su Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE-11), se especifican los siguientes criterios para el diagnóstico de TEA:

  1. Déficit persistente y no apropiado a la edad y nivel de desarrollo intelectual para mantener comunicación e interacción social recíproca. Observándose limitaciones para:
  • Comprender, interesarse o responder a las comunicaciones sociales verbales y no verbales de otros.
  • Comprender y expresar la integración de componentes verbales y no verbales como el contacto visual, gestos, expresiones faciales y lenguaje corporal.
  • Comprender el uso del lenguaje en el contexto social apropiado y habilidad para sostener conversaciones recíprocas.
  • Establecer y mantener relaciones con sus pares.
  • Reconocer las claves sociales > conduce a comportamientos que no están modulados apropiadamente para determinado contexto social.
  • Imaginar y responder a los sentimientos, estados emocionales y actitudes de otros.
  • Compartir intereses.
  1. Patrones de comportamientos e intereses restrictivos, repetitivos e inflexibles, o actividades que son claramente atípicas o excesivas para la edad del individuo, su género y contexto sociocultural. Se observa:
  • Falta de adaptabilidad a nuevas circunstancias, asociado a cierto estrés que puede ser evocado incluso por cambios triviales en el ambiente familiar o frente a eventos no anticipados.
  • Inflexibilidad o adherencia al seguimiento estricto de determinadas rutinas.
  • Excesiva adherencia a las reglas.
  • Patrones excesivos de rituales.
  • Persistente preocupación con uno o más intereses especiales, partes de objetos, tipos de estímulos o adherencia inusualmente fuerte a objetos particulares.
  • Hipersensibilidad a estímulos sensoriales o interés en estímulos sensoriales como sonidos, luces, texturas, olores, sabores, calor, frío o dolor.
  • Patrones de movimientos repetitivos y estereotipados (llamados estereotipias) como balanceos, marcha de puntillas, movimientos inusuales de manos o dedos, posturas no usuales, etc.
  1. Se inicia en la niñez temprana aunque los síntomas pueden no ser claramente evidentes hasta que las demandas sociales exceden las capacidades.
  2. Los síntomas son lo suficientemente severos para producir disfunción importante en el funcionamiento personal, familiar, social, educativo, ocupacional, o en otras áreas importantes para el funcionamiento del individuo.

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