El envejecimiento es una etapa evolutiva más, inherente a todo ser humano, aunque no se experimenta de la misma manera o con la misma intensidad en todos los individuos. Así, aunque a medida que se envejece hay un declive fisiológico normal y un aumento de la prevalencia de ciertas enfermedades, entre ellas las demencias, estas no son una parte normal del envejecimiento.
En un proceso de envejecimiento normal, en el cerebro se encuentran ciertos cambios, como la pérdida de peso y volumen cerebral, el progresivo empobrecimiento y enlentecimiento de las conexiones neuronales o la acumulación de productos de desecho en el tejido cerebral que ocasionan la formación de placas seniles. Sin embargo, a pesar de estos cambios y al contrario de lo que se suele pensar, en el proceso normal de envejecimiento se observa una cierta reorganización de las funciones cerebrales: se compensan funciones debilitadas o se activan otras áreas distintas a las que un cerebro joven activaría ante la misma tarea para poder resolverla.
Por lo tanto, a través de la experiencia y el aprendizaje y, a medida que el proceso de envejecimiento va avanzando, las funciones del cerebro se van adaptando para hacer frente a las distintas demandas de tal manera que el deterioro cognitivo causado por la edad está en relación directa con el estado de salud general de la persona, y en el cual además, influyen factores hereditarios, el nivel de actividad física, el nivel educativo y/o cultural y factores sociales y familiares.
Se ha constatado que el deterioro cognitivo se ralentiza y los déficit funcionales son más leves, a más experiencias vividas y a mayor enriquecimiento del entorno experimentado. Y más aún, si a medida que pasa el tiempo, se siguen estimulando las capacidades cognitivas mediante prácticas y ejercicios de estimulación.
El deterioro de la memoria es un signo bastante prototípico del proceso de envejecimiento; las personas mayores suelen quejarse por tener problemas para retener información de poca importancia o para organizarla pero ¿Qué diferencia los fallos de la memoria normales en los adultos mayores del deterioro asociado a cuadros demenciales?
- Una mayor afectación de la memoria episódica corresponde más al envejecimiento normal, mientras que el deterioro de la memoria semántica podría estar asociado a la existencia de un envejecimiento patológico. Además, en las demencias como la de Alzheimer las dificultades de memoria son de mucho mayor calado.
La memoria episódica hace referencia a todos aquellos acontecimientos de carácter personal y autobiográfico que hemos ido almacenando a lo largo de nuestra vida y que están asociados a un momento espacial y temporal, como por ejemplo el día de nuestra primera comunión, nuestro primer día de trabajo, el nacimiento de nuestros hijos…
La memoria semántica hace referencia a todos aquellos conocimientos de carácter general sobre el mundo que se va aprendiendo a lo largo de la vida y que son independientes del contexto espacial y temporal, por ejemplo, conocer las provincias españolas, quién descubrió América, la fecha de la Guerra Civil Española, quién escribió el Quijote,…
- Algunos estudios indican también que, en el envejecimiento normal, se produce un cierto deterioro en algunas funciones de la memoria semántica como el vocabulario o la fluidez verbal durante el discurso. Así, si bien la cantidad de palabras que una persona conoce permanece estable o incluso puede llegar a aumentar a edades avanzadas, es habitual que en las personas mayores se produzca el fenómeno de la punta de la lengua.
El fenómeno de la punta de la lengua es un estado subjetivo que experimenta una persona cuando está seguro de que conoce una palabra determinada pero al mismo tiempo es incapaz de obtenerla y emitirla.
- En lo que refiere a la metamemoria, es decir, la propia valoración sobre la capacidad de memoria, los adultos mayores consideran siempre que su memoria es peor de lo que realmente demuestran las pruebas de memoria.
- En general, la memoria de trabajo decae significativamente con el envejecimiento. Se cree que estos se produce debido a que los adultos mayores se dejan influenciar más que los jóvenes por estímulos irrelevantes, lo que genera interferencia. El decaimiento de la memoria de trabajo hace que funciones cerebrales como el aprendizaje de algo nuevo o hacer más de una tarea la vez disminuyan ligeramente con la edad.
Memoria de trabajo es aquella que permite combinar la información que llega del entorno con la almacenada en la memoria a largo plazo. Es imprescindible para el razonamiento, mantener una conversación, jugar a las cartas o aprender a utilizar el ordenador.
- Los problemas de memoria asociados al envejecimiento normal son sutiles y no afectan a la vida cotidiana del adulto mayor, por ejemplo si se olvida de dónde puso las llaves o si pierde con frecuencia las gafas, probablemente sea necesario una mayor organización ya que en estas tareas, al ser tareas repetitivas, el cerebro se pone en modo automático y la atención falla. Más que dificultad de memoria, esta situación atiende a un fallo en la atención en el momento de llevar a cabo la acción y, de hecho, la persona puede adaptarse fácilmente a estos problemas estableciendo rutinas, utilizando asociaciones, manteniendo un calendario visible,…
Sin embargo, el olvidar para que sirven las llaves o cómo abrir las puertas no son una parte normal del envejecimiento. Se trata de olvidos patológicos en los que lo que falla es lo más notable o importante de la información.
Aunque suele ser habitual asumir, tanto por personas adultas como por jóvenes que el declive de la memoria con la edad constituye una parte incontrolable del proceso de envejecimiento o, incluso, una señal de alarma de demencia, recuerda que las atribuciones que se hacen de los problemas de memoria en las personas jóvenes como las distracciones o el estrés son causa también de los olvidos en el envejecimiento.
Los fallos en la memoria pueden ser ocasionados por condiciones físicas y psicológicas que son reversibles y que, una vez identificadas pueden tratarse, por ejemplo, la ansiedad, la deshidratación, la depresión, efectos secundarios de la medicación, el estrés o una nutrición pobre pueden provocar problemas de memoria.