Uno de los conceptos más conocidos que relaciona música e inteligencia es el de Inteligencia Musical.
La inteligencia musical pertenece al modelo de inteligencias múltiples divulgado por el psicólogo estadounidense Howard Gardner, según el cual no existe un único nivel de inteligencia, sino que existen 8 tipos:
Cada individuo cuenta con todas estas diferentes inteligencias sin que haya patrones puros, aunque si puede que una inteligencia predomine más sobre otras.
Aunque la teoría indica que todas las inteligencias tienen la misma importancia, tradicionalmente se ha dado y se sigue dando, prioridad a la inteligencia lógico-matemática y la inteligencia lingüística.
La inteligencia musical, desde la teoría de las inteligencias múltiples alude a las capacidades (independientes de la capacidad auditiva) para percibir, discriminar, transformar y expresar las formas musicales. Incluye la sensibilidad al ritmo, al tono y al timbre.
¿Cómo son las personas con inteligencia musical?
Alguien con inteligencia musical es especialmente hábil a la hora de detectar matices en las melodías, pensar en términos de ritmo, timbre y tono y distinguir sonidos similares que suenan por separado o a la vez. A su vez, también lo tiene más fácil para expresarse musicalmente.
Esta inteligencia puede desglosarse en varias habilidades:
- Sensibilidad a la hora de identificar el ritmo, tono, melodía y timbre de una pieza musical.
- Facilidad a la hora de componer, interpretar o adaptar piezas musicales
- Facilidad para reconocer piezas musicales que parecen ser simples ruidos.
- Habilidad para reconocer los diferentes géneros musicales que influyen en una pieza musical.
- Facilidad para crear melodías haciendo sonar varios objetos de manera improvisada.
Según Howard Gardner, la inteligencia musical es uno de los primeros tipos de inteligencia en aparecer a lo largo del desarrollo y crecimiento de las personas, estando presente en los primeros meses de vida.
Por tanto, su existencia no depende de si se ha recibido educación formal en música o no. Además, parece que la inteligencia musical podría estar vinculada con la inteligencia lógico-matemática y las habilidades relacionadas con el pensamiento creativo. Esto lleva a algunas personas a reivindicar la necesidad de que en las escuelas se ayude a mejorar este tipo de inteligencia utilizando programas de estimulación para este área.
Inteligencia y música: el neuromito del efecto Mozart
Uno de los neuromitos o falsa creencia científica más conocidos es el efecto Mozart según el cual escuchar música clásica mejora la inteligencia de niños y niñas.
Surgió en el año 1993, a raíz de una investigación de la Universidad de California Irvine. En este estudio, se invitó a varios estudiantes a escuchar la sonata K448 de Mozart durante quince minutos, antes de hacer unas pruebas de razonamiento espacial.
Tras dichas pruebas, se comprobó que los resultados eran durante algunos minutos mejores de los habituales y que los estudiantes habían podido relajarse.
Los defensores de esta teoría comentaban que la música de Mozart con respecto a la de otros músicos posee unas propiedades muy particulares que la distinguen, pues los ritmos, las melodías, la métrica, el tono, el timbre y las frecuencias de su música logran estimular el cerebro humano por ser sonidos simples y puros.
Así, muchos medios se hicieron eco de que escuchar música clásica de Mozart aportaba muchos beneficios para la salud mental y física, incluso que a los bebés los hacía mejorar su coeficiente intelectual.
Por otro lado, se ponía en duda si este efecto era por escuchar música de Mozart o por escuchar música agradable en general, y por ello se realizaron otros estudios para comprobar la existencia del efecto Mozart, no hallándose con ellos ninguna prueba evidente.
Actualmente se considera un neuromito ya que no existe evidencia de que la música de Mozart o la música clásica mejore la inteligencia pero, entonces, ¿por qué los adultos realizaban ciertas tareas más eficazmente después de escuchar música clásica? Simplemente, porque las vías que activan el cerebro para escuchar música y para razonar son las mismas y por ello la estimulación con música ayuda a que el razonamiento sea más rápido y amplio, nutriéndose habilidades como la memoria, la coordinación y la atención.
Relacionado con este efecto, de lo que sí hay evidencia es de que, al tocar un instrumento se producen beneficios cognitivos tales como mejoras en la comprensión en lenguaje y mejoras de memoria y atención.