En determinadas ocasiones, el trabajo que se lleva a cabo en un contexto de Cooperación Internacional implica situaciones de riesgo o conflicto. Durante estos momentos, las actuaciones de carácter humanitario suponen una exigencia física y mental, pero también emocional.
Además de aquellos riesgos generales de carácter laboral: mayor o menor estabilidad, volumen de trabajo, conflictos de rol… los empleados y voluntarios en cooperación internacional deben asumir también los riesgos específicos derivados de su propio contexto laboral (tareas de desarrollo, reconstrucción o emergencias), que pueden dividirse en varios grupos:
Traumatización secundaria (vicarious trauma)
Las situaciones de trabajo que involucran a personas en condiciones de dependencia o que han sufrido experiencias traumáticas, afectan a la fortaleza física de los cooperantes. En muchas ocasiones, el sufrimiento de los demás despierta un sentimiento de culpabilidad en los propios trabajadores. La traumatización secundaria se traduce en fallos y errores durante el trabajo, y contribuye al aumento de enfermedades.
Estrés y agotamiento profesional (burnout)
Se manifiesta por una implicación laboral excesiva o insuficiente, y por la ausencia o rigidez de los límites impuestos. Debido a este agotamiento o estrés, las personas ya no son capaces de evaluar su eficacia, y tienen la sensación de trabajar cada vez más, mientras que la realidad es exactamente lo contrario. A medida que pasa el tiempo, se confunden las prioridades, y se hace difícil distinguir entre la esfera privada y el ámbito profesional. En el peor de los casos, el trabajador corre el riesgo de caer psíquica y/o físicamente enfermo.
Proceso de proyección en las relaciones con participantes o usuarios de proyectos
Cuando la impotencia o la desesperación llegan a niveles elevados, las frustraciones se proyectan sobre los propios usuarios o participantes del proyecto de Cooperación Internacional y así, ante la falta de resultados o avances, en lugar de cuestionar las estrategias o medidas de intervención se hace recaer la responsabilidad en los posibles beneficiarios de la actuación.
El choque cultural inverso
Los riesgos psicosociales abarcan también el regreso a casa por parte de los cooperantes. Debido al cambio tan radical que se produce entre los estilos de vida propios del país de origen del trabajador y del país de destino, surgen una serie de dificultades. Algunas de las reacciones más comunes a la vuelta tienen que ver con la sobrevaloración personal o la autovictimización, y se produce el efecto conocido como choque cultural inverso.
Las propias condiciones organizativas de cada ONG juegan igualmente un papel fundamental en la aparición de riesgos psicosociales, pues las responsabilidades más monótonas como la gestión de recursos, trabajos e informes, pueden hacer mella en las expectativas iniciales.
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