No conseguir que los niños obedezcan, no saber cómo afrontar las rabietas, no poder controlar las peleas o insultos entre hermanos, no saber cómo hacer frente a sus actitudes desafiantes,… son situaciones de las que más desbordan a padres, madres y profesores.
Se trata de problemas de comportamiento que suelen aparecer cuando los niños o adolescentes tienen que cumplir ciertas normas, someterse a un cierto grado de disciplina o realizar un esfuerzo que no les supone una satisfacción inmediata. Aun cuando se trata de problemas que podemos considerar leves ya que no llegan a interferir de manera grave en las relaciones familiares, escolares o sociales, si no se corrigen a tiempo, pueden desencadenar en problemas más graves.
Para reducir este tipo de comportamientos, además de conocer y adaptar algunas técnicas de modificación de conducta con las que cuentan los profesionales y que nos pueden ser útiles, resulta fundamental la prevención. Para ello es necesario:
- Definir reglas de comportamiento (lo que se puede y lo que no se puede hacer), certificar que el niño las ha comprendido y establecer un acuerdo entre los padres que deben transmitir al niño el mismo mensaje y en cualquier tipo de circunstancia de manera que no existan contradicciones que puedan desconcertar al niño y hacer que pueda aprovecharse del desacuerdo.
- Enseñar conductas prosociales, es decir, mostrarles y ejemplificarles como nuestros comportamientos tienen consecuencias y cómo determinados comportamientos pueden beneficiar a los otros. Para esto, la educación emocional es fundamental: identificar y comprender las propias emociones y las de los otros, expresarlas, desarrollar las habilidades sociales, gestionar conflictos,…
- Elogiar el buen comportamiento. Uno de los errores más habituales como padres es creer que la buena conducta está garantizada por lo que nuestra labor educativa es únicamente corregir las “malas” conductas. Esto puede llegar a suponer una situación en la que los niños, para conseguir cubrir su necesidad de atención, utilice medios negativos para llegar a sus padres.
- Mantener la calma. Hay que tener en cuenta que nuestro tono de voz y reacción ante los conflictos sirve de modelo para los niños. Un tono de voz firme pero con volumen normal/bajo puede ser un modelo para ayudarle al niño a regular su propia conducta.
Pero, ¿qué hacemos cuando el niño ya presenta problemas de conducta? Dos de las técnicas, procedentes de la psicología pero utilizadas con una perspectiva educativa que pueden ser útiles para controlar los problemas de comportamiento son la técnica de la “extinción” y el “tiempo fuera”.
Extinción o ignorar comportamientos no deseables
La extinción se basa en la retirada de cualquier tipo de consecuencia ante una conducta que previamente ha sido reforzada. Por ejemplo, si tomamos la decisión de que no se puede jugar a la pelota dentro de casa, cuando el niño nos la pida y no obtenga la respuesta que quiere, volverá a pedirlo y lo hará de todas las formas que sabe: elevando el tono de voz, tirándose al suelo, pegando,…pero si extinguimos estos comportamientos ignorándolos, la demanda irá disminuyendo.
La extinción de conductas es un proceso largo, al principio hay nuevos “picos” del comportamiento que queremos eliminar y además, suelen conllevar una fuerte carga emocional por lo que, antes de empezar a ignorar una conducta es recomendable razonarlo con el menor, explicarle que a partir de ese momento vamos a ignorar completamente ese comportamiento y combinar la extinción con los elogios o premios. Solo elogiar o solo ignorar, aunque pueden aumentar o disminuir comportamientos, nunca producen por sí mismos aprendizaje. Así, tras el uso de la técnica de extinción es importante buscar comportamientos que nos permitan reforzar los comportamientos deseables, por ejemplo si tras una rabieta que es ignorada, el menor se pone a jugar tranquilamente con sus juguetes, mostrar interés por el juego, acercarse y prestarle atención…
Para que esta técnica sea efectiva hay que tener en cuenta que:
✅ No todos los comportamientos se pueden ignorar. Evidentemente, los comportamientos peligrosos para el menor o que sean intolerables (insultar, pegar…) no pueden ser ignorados.
✅ Las conductas que son propias de cada etapa evolutiva, como las rabietas entorno a los 2-3 años o los “enfados” de los adolescentes son difíciles de eliminar mediante esta técnica aunque si las ignoramos desde el principio conseguiremos reducir su frecuencia.
✅ Debemos ser verdaderamente capaces de ignorar el comportamiento ya que la efectividad de esta técnica es la constancia. ¿Somos capaces de ignorar una palabrota dicha por nuestro hijo delante de toda la familia? ¿Podemos ignorar una rabieta en el supermercado?… Si no existe seguridad en poder ignorar siempre la conducta es mejor no empezar a utilizar esta técnica. Igualmente, es importante que ante el problema de comportamiento no se muestre ningún tipo de reacción: ni verbal, ni no-verbal, no deben aparecer risas, ni mirarlo de forma fría, simplemente ignorar su comportamiento.
Tiempo fuera
También conocida como “time out” esta técnica consiste en eliminar la posibilidad de que el niño pueda conseguir refuerzos positivos durante un tiempo determinado, es decir, apartar al niño o retirar la situación reforzante. Por ejemplo: si molestas a tu hermano en la mesa, terminarás la comida en la cocina o si dices “tacos” jugando con la consola se te retirará del juego durante 5 minutos. Hay que tener en cuenta que cuando se aparte al niño no se le ofrezca la posibilidad de entretenerse con algo, pero tampoco es buena idea que el tiempo fuera se convierta en una situación atemorizante, por ejemplo “el cuarto oscuro”, lo que puede provocar respuestas emocionales negativas. El tiempo fuera solo debe ser un lugar aburrido.
Es habitual que al inicio del tiempo fuera el niño se queje y presente comportamientos inadecuados tipo rabietas, gritos o incluso conductas agresivas y, sin embargo, para que esta técnica sea efectiva tiene que ser consistente a pesar de las quejas del menor y que, solo una vez finalizado este comportamiento, se comenzará a contar el periodo de duración del tiempo fuera. El tiempo de retirada debe ser proporcional a la edad del niño. Por norma general se emplea un minuto por cada año que tenga, con un máximo de 10 minutos. Al igual que en la extinción, en la utilización del tiempo fuera los niños deben conocer las reglas que van a regir a partir de ese momento.
Estos son algunos consejos de prevención y estrategias de modificación de conducta para reducir los problemas de comportamiento. ¿Los conocías? ¿Conoces algún otro que te resulte efectivo?
2 comentarios
Hola!!! Estimados: muchas Gracias por todos sus consejos, son de gran ayuda. Sólo conocía. Tiempo fuera, extinción no lo había escuchado pero el que siempre me resulta con mi nieto de 5 años y 9 meses, es hablar con el y dejarle los límites establecidos antes de cualquier situación. Entonces cuando tiene un mal comportamiento le refuerzo recordando los límites antes dichos, y me mantengo firme.. me da muy buenos resultados.. el tema es cuando está su mamá, siempre quiere llamar su atención.
¡Hola Ruth! Nos alegra saber que te son útiles estos consejos 🙂 Todo es cuestión de paciencia y saber entender las necesidades que los más pequeños nos demandan. ¡Un saludo!