Se llama desarrollo del lenguaje al proceso cognitivo por el cual los seres humanos, haciendo uso de su competencia lingüística innata, aprenden a comunicarse verbalmente usando la lengua natural de su entorno. Se trata de un proceso que, aunque comienza en el momento del nacimiento y se prolonga hasta la pubertad, sucede principalmente durante los primeros 4 o 5 años de vida del niño.
El desarrollo del lenguaje, estrechamente relacionado con los procesos cognitivos y socio-afectivos va, en un principio, acompañado de gestos y de mímica, que van desapareciendo a medida que se va desarrollando. Así, se aprecian dos fases:
Fase prelingüística
En esta fase el niño juega con sus órganos de fonación, con sensaciones musculares, vibratorias y auditivas, etc., y al principio la práctica de ejercicios se hace por simple placer motor.
Posteriormente, se establecen relaciones y las manifestaciones sonoras están ligadas a estados de necesidad y hambre, para apropiarse de objetos o reclamar la presencia de adultos.
En esta fase el adulto desempeña un papel importante, pues el niño necesita oírle hablar y necesita repetición de acciones verbalizadas (es adecuado hablarle en la comida, durante los cambios…). Tenemos que tener en cuenta que nunca es demasiado pronto para verbalizar nuestras acciones o actos a los niños, aunque no las comprenda.
Fase lingüística
Se caracteriza por la utilización del lenguaje propiamente dicho y comienza hacia el primer año de vida.
La adquisición del lenguaje se realiza de forma progresiva de acuerdo a los siguientes niveles:
- Nivel fonológico: emisión y perfeccionamiento de sonidos
- Nivel semántico: adquisición de palabras con significados
- Nivel morfosintáctico o de construcción de frases
El lenguaje, en un principio, se manifiesta a través de un monólogo, sin desempeñar función social, y se utiliza para reforzar la acción y acompañar algo que está haciendo. En presencia de otros niños se da un monólogo colectivo.
Posteriormente, el lenguaje se utiliza para hacerse comprender y contribuye a la socialización, tiene ya función social.
Manifestaciones lingüísticas
- En las primeras manifestaciones lingüísticas el niño se expresa a través de la palabra-frase: “pan” por “quiero pan“, y por tanto, es necesario atender al contexto para la comprensión. El niño da sentido a la expresión a través del gesto, de la mímica, del tono, de la actitud…, que actúan a modo de recursos que completan las deficiencias del vocabulario.
- Alrededor de los 15-18 meses hay un desfase grande entre el nivel de comprensión del lenguaje y la capacidad de expresión. En el nivel fonológico reduce las palabras, por ejemplo “galleta” por “teta”, duplica silabas “chupete” por “tete” y modifica las vocales “funciona” por “fonfona”. Llega a tener alrededor de 30 palabras.
- Sobre el segundo año asocia dos palabras y, en su vocabulario, puede llegar a manejar 400 palabras de su entorno más inmediato. En esta fase es frecuente la sobreextensión, llamar igual a todos los objetos con la misma cualidad, por ejemplo todos los hombres son papás, y la infraextensión, restringiendo el uso de palabras a determinados contextos, por ejemplo, son solo patatas las patatas fritas, pero no otro tipo de patatas.
En esta edad el niño sigue simplificando las palabras del lenguaje adulto, eliminando las consonantes l y r en sílabas dobles, “chicle” sería “quique”; eliminando los sonidos que no conoce por otro que sí conoce “arriba” sería “abiba”; y suprimiendo sílabas en palabras largas, como “chubasquero” por “chusquero”.
- A partir de los 3 años el niño puede construir frases que además de nombres y verbos incluyen de manera sucesiva adjetivos, adverbios, pronombres, artículos y finalmente preposiciones. Empieza también a utilizar frases interrogativas.
- A partir de los cuatro años su lenguaje está bastante estructurado, pregunta mucho y es el momento de jugar con el lenguaje.
- A partir de los cinco años puede realizar un largo discurso aunque todavía confunde, por ejemplo, las oraciones pasivas y sigue teniendo problemas en las consonantes vibrantes (rr) y en silabas trabadas y mixtas, como en “microbio” por “micobrio”.
Aunque el desarrollo del lenguaje se lleva a cabo de manera natural en interacción con el medio, hay que tener en cuenta las siguientes estrategias metodológicas para favorecer el desarrollo del lenguaje:
- Es bueno dialogar con el niño. Se han de establecer rutinas para que el niño llegue a anticipar las posibles acciones y sucesos que vayan a ocurrir: “ahora nos vamos a poner el pijama“. Es conveniente nombrar todas las acciones y objetos que se manipulan continuamente. También es necesario hacer preguntas a los niños, incitarles a preguntar, ofrecer explicaciones adecuadas a su experiencia…
- Se mostrará interés en ayudar a los niños a que se expresen, procurando crear situaciones comunicativas, ofreciéndoles su tiempo, no terminando las frases por ellos. En caso de que haya que corregir la pronunciación o la construcción lingüística nunca se le fatigara.
Con los niños más pequeños se suele utilizar el habla infantilizada, pero a medida que crecen conviene abandonarla. Son características del habla infantilizada:
- Ralentizar el habla para ayudar a la comprensión
- Utilizar un tono de voz más agudo que el normal
- Vocalizar bastante
- Exagerar la entonación
- Usar gestos, mímica y onomatopeyas para acompañar el mensaje
- Uso de frases cortas y simples
A partir de los 3 o 4 años se deberá ir abandonando este lenguaje infantilizado y para ello se utilizará con mayor precisión y claridad, se irá disminuyendo el uso de diminutivos, se procurará ir aumentando las preguntas de respuesta cerrada (si/no) en preguntas abiertas, nos aseguraremos de que nos han comprendido cuando hablemos con ellos, etc. Procura hablar despacio con entonación, pero no hables como ellos, utiliza tus expresiones y palabras para que los pequeños las aprendan.
Para corregir las palabras que el niño dice mal nunca se les debe regañar, pero tampoco dejarlas sin corregir. Para ello, lo más efectivo es utilizar la corrección indirecta, es decir, repetimos la palabra que ha dicho mal, pero la decimos bien e integrada en una frase. Reírnos o bromear acerca de su forma de pronunciar determinadas palabras tampoco resulta adecuado para su desarrollo, ya que tenderán a repetirlo mal para llamar nuestra atención.
Una última recomendación: leer en voz alta a los niños pequeños no sólo es una de las mejores actividades para estimular el lenguaje, también desarrolla la motivación, la curiosidad, educa en valores y, sobre todo, nos ofrece un espacio para disfrutar y compartir con nuestros peques. ¿Qué consejos que hayas utilizado nos recomendarías? ¿Cuáles han sido tus técnicas como padre, madre o profesor de preescolar que mejor te han funcionado con los niños a la hora de estimular y afianzar su lenguaje? ¡Cuéntanos tu experiencia en comentarios! ¡Nos leemos!
FORMACIÓN RELACIONADA: Curso de Logopedia Escolar